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La aprobación del matrimonio gay en el estado de Nueva York culmina una lucha de muchos años. Pedro Julio Serrano (36) es el activista hispano más visible de la comunidad homosexual en la Gran Manzana.

En entrevista exclusiva con AOL Latino habla de su gestión en la legalización del matrimonio gay, su experiencia con la discriminación, el liderazgo hispano, su batalla con el VIH y el dolor de abandonar Puerto Rico donde se atentó contra su vida por la búsqueda de igualdad para los homosexuales.

Reside en Nueva York desde hace seis años y se define "orgullosamente gay y puertorriqueño de pura cepa", proviene de una familia católica y tiene tres hermanos heterosexuales. Estudió en comunicaciones en la Universidad de Puerto Rico, es soltero actualmente.

"Aún falta mucho camino por recorrer. Tenemos que prohibir la discriminación por orientación sexual e identidad de género en todos los lugares, vamos a seguir luchando por lograr la igualdad matrimonial en todos los Estados Unidos, Puerto Rico y el resto del mundo", Serrano rompe con convicción su primera respuesta.

¿Crees cumplida tu meta con la aprobación de la ley para el matrimonio gay?

Tenemos, sobre todo, que lograr la igualdad en todas las leyes. Y de hecho, la igualdad legal es sólo el inicio de nuestra lucha. Tenemos que erradicar la homofobia y la transfobia en todas sus manifestaciones, tenemos que transformar la sociedad para que todos podamos ser los seres humanos liberados que podemos ser, tenemos que educar para la equidad y el respeto a la diversidad.

¿La sociedad es más tolerante hoy con los homosexuales?

De entrada, tengo que aclarar que a mí no me gusta la palabra tolerancia, pues significa que yo te aguanto, pero no te acepto ni te incluyo. Creo en los términos aceptación, inclusión, respeto. Hace falta crear conciencia desde la niñez, pues los niños no nacen con prejuicios sino que los aprenden de los adultos.

Tenemos que abrir espacios libres para que cada ser humano sea quien quiere ser en el pleno ejercicio de la libertad que tanto nos prometen y pocas veces se ejerce. Aún casi el 40 por ciento de los jóvenes que deambulan y viven sin hogar son LGBTT y uno de cada tres jóvenes que se suicidan son LGBTT. Aún no hay servicios adecuados de salud que respeten la orientación sexual y la identidad de género de las personas. Siguen ocurriendo crímenes de odio en contra de personas por sólo ser quienes son. La transfobia está rampante y los derechos de las personas transgéneros y transexuales no son debidamente reconocidos. Así que aún falta muchísimo por hacer.

¿En qué nivel de organización está el activismo gay latino en Nueva York?

Ahora mismo, nuestro activismo latino LGBTT es vibrante y diverso. Tenemos muchas organizaciones, que a nivel local, están haciendo grandes avances a favor de nuestra lucha. Lamentablemente, hace unos años cerró la única organización latina LGBTT, pero ya hay una organización que poco a poco está abriendo caminos para rescatar ese espacio, se llama Unid@s. Aún no tenemos los recursos que tienen las organizaciones tradicionales, pero eso está cambiando. Las fundaciones y las organizaciones, tanto latinas como LGBTT, están empezando a crear conciencia de poner recursos hacia el empoderamiento de la comunidad latina. Así que hay mucho que se está haciendo, pero aún falta mucho más y vamos por buen camino.

¿Cuál es tu opinión sobre el liderazgo político hispano en Nueva York?

Entiendo que la gran mayoría del liderato político latino de Nueva York reconoce su obligación constitucional de instrumentar la igualdad. Tuvimos varios senadores y asambleístas latinos, como José Peralta, José Rivera, Adriano Espaillat y Guillermo Linares que votaron a favor de la igualdad matrimonial, excepto Rubén Díaz, quien se quedó solo en su oposición porque no representa el sentir de los latinos que entre el 54 y el 58% apoyan la igualdad matrimonial. También tenemos muchos aliados heterosexuales como los congresistas Nydia Velázquez y José Serrano que apoyan la igualdad matrimonial, así como concejales municipales de la ciudad de Nueva York como Melissa Mark-Viverito y Julissa Ferreras, entre otros.

¿Cuándo te das cuenta que eres gay y empieza tu acción como activista?

Salí del clóset a los 18 años, pero desde pequeño – desde que tengo uso de razón – me gustaban los nenes y no las nenas. El aceptarlo me tomó unos años por la crianza católica y heterosexista que tuve, pero salí del clóset tan pronto terminé la escuela superior y empecé la universidad. Mi activismo empezó el 14 de octubre de 1997, cuando depuse en unas vistas legislativas en contra de un proyecto que luego se convirtió en ley y que prohíbe en Puerto Rico el reconocimiento de matrimonios entre parejas del mismo sexo hechos en otras jurisdicciones.Más adelante, me doy cuenta de que podía ser un candidato abiertamente gay y lancé mi candidatura en enero de 1998. Desde pequeño me encantaba la política, pero pensaba que por ser gay no iba a poder ser. Al tener esa primera experiencia pública en el Capitolio, me motivó a lanzar mi candidatura y quería presentarme transparente y honesto para que la gente confiara en mi. Es por esto, que anuncié que soy abiertamente gay y vih+.

Luego de amenazas de muerte y atentados contra mi vida, desisto de mi candidatura y me convierto en un activista de derechos humanos, con especial énfasis en mi comunidad lésbica, gay, bisexual, transgénero y transexual (LGBTT). Fundé en el 2003 la organización Puerto Rico Para Tod@s, que lucha por la igualdad de derechos y la inclusión de la comunidad LGBTT y la justicia social en Puerto Rico, ya que también nos solidarizamos con otras luchas sociales. Actualmente trabajo, hace cinco años, como gerente de comunicaciones del National Gay and Lesbian Task Force, la organización nacional estadounidense más antigua que lucha por los derechos LGBTT.

¿Habla de tu batalla personal. Cómo has lidiado con el VIH?

El vih es un simple virus que no me rige. Yo mando en mi cuerpo y en mi vida. Así que siempre he pensado que este intruso no es más poderoso que yo – que tengo mente, alma, cuerpo, espíritu y corazón. De hecho, escribo vih en letras minúsculas, pues aprovecho cada ocasión que tengo para quitarle poder a ese insignificante virus. De hecho, no tomé medicamentos por espacio de 17 años pues creo en el poder de la mente.

Pero, el año pasado tuve que batallar un cáncer oral, del cual ahora ya estoy libre y ese cáncer debilitó mi sistema inmunológico, lo que me obligó a empezar un régimen de medicamentos. Y puedo expresar hoy, luego de vencer a dos de las condiciones más fuertes que existen ahora mismo, que soy más fuerte por haber librado estas batallas y que seguiré venciendo porque todavía falta muchísimo por hacer, mucho por qué luchar, muchas injusticias que combatir, mucho camino por recorrer y todavía tengo mucho amor para dar.

¿Cómo empezó tu amistad con Ricky Martin?

Justo después de salir del clóset, Ricky me envió un mensaje por Twitter que me daba las gracias por todo lo que hacía por la comunidad LGBTT y por Puerto Rico. A los pocos días, nos conocimos en Nueva York y empezó lo que ahora es una gran amistad. Una de las veces que he compartido con él y que más me conmovió fue al invitarme a una firma de libros en Ridgewood, Nueva Jersey. Al llegar, Ricky me dijo que firmaría libros allí, pues era el pueblo donde había nacido Tyler Clementi, un joven gay de 19 años que se suicidó en septiembre de 2010 tras haber sido acosado por su orientación sexual por parte de su compañero de cuarto en la Universidad de Rutgers. Sin publicidad, sin mucho ruido, Ricky le brindó un homenaje a ese joven y envió un mensaje de solidaridad con los jóvenes que luchan por aceptar su orientación sexual o su identidad de género.

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